La meditación nos permite encarar todo aquello que no nos gusta, todo lo que destruye nuestra “esperanza”, para reconocer que sí, quizá el mundo como nosotros lo percibimos está jodido, pero ello no quiere decir que debamos luchar para que lo negativo termine para siempre. Meditar es aceptar que el dolor es inevitable, pero sufrirlo es opcional