Historia de Occidente acompaña a la civilización occidental desde los albores de la humanidad misma, en los comienzos de la Prehistoria, al presente, y culmina con una reflexión sobre los principales retos que plantea el futuro. La división en capítulos no obedece tanto a criterios meramente cronológicos, propios de la historiografía tradicional, como a los grandes cambios que han ido marcando la evolución de la sociedad occidental, de modo que la obra responde en todo momento a preguntas del tipo de cómo, por qué y cuándo. Se distingue, sin embargo, de muchas otras a la hora de responder quiénes, pues da prioridad a las masas sobre las élites, al pueblo llano sobre la aristocracia, a los gobernados sobre los gobernantes.
La humanidad da comienzo a su andadura como una especie más, inteligente y social, sí, pero incapaz de producir su propio alimento, que debía tomar de la naturaleza sin transformarlo. Así se mantiene durante incontables milenios, dedicando su tiempo a la caza y la recolección, pero sobre todo al ocio, hasta que el desequilibrio entre población y recursos la fuerza a cambiar su modo de vida, tornando en agricultores y ganaderos a los cazadores y recolectores, transformando los campamentos en aldeas y abriendo camino a los primeros guerreros y los primeros jefes.
Miles de años más tarde, cosecha muchos más ricas permitirán nuevos cambios. El excedente sostiene a muchos que no cultivan la tierra; la población crece, las aldeas se convierten en ciudades y los jefes en reyes. La escritura se inventa para llevar la cuenta de las cosechas y los impuestos; nace el Estado y con él muere la igualdad entre los hombres y los pueblos; la guerra, en fin, deja de ser un juego ritual para convertirse en una herramienta de dominación.