como el sol árido y breve del altiplano en el invierno
sol deslumbrante pero incapaz de derretir la nieve
y sólo caminábamos para llenar ese sepulcral silencio de pasos
pues nuestros huesos pesados de edades o tal vez simplemente de ordinario adentrado dolor nos llevaban
por los extremos los extraviados caminos
en busca de una imagen genuina
un ámbito que nos vertebrara de verdades
y caminábamos y caminábamos
como si bajo los pies la tierra obedeciera a una
lucha última
a una laboriosa lectura de su indiferente polvo
a golpe de huellas
porque en cada paso leíamos el vestigio
de un sueño que se acorta