Lo primero que podría decir acerca de Orlando Malacara — el personaje que da orden y caos a esta novela— es que su pasatiempo favorito es ocultarse. Ni siquiera podría afirmar que es un pasatiempo, sino algo más importante o trascendente: una necesidad. En el hecho de esconderse y espiar encuentra placer, y cuando aparece a la luz pública lo hace con el único fin de simular ser una persona normal y no despertar sospechas. Lleva su pudor a grados enfermizos y su afición principal es merodear desde la ventana de su casa, ubicada en los linderos del barrio de Tacubaya: curiosa forma de observar el movimiento del mundo.
«Cuando escribí Malacara temí que el personaje central fuera solo un espejo de mis obsesiones y de mi caótica historia individual. Si bien mis novelas han sido el reflejo deformado y simbólico de mis sentimientos, pasiones o experiencias, ello no significa que estas obras me sean totalmente ajenas y que, en ocasiones, parezcan haber sido escritas por una mano impulsiva que desconozco y que no me corresponde. Entre un escritor y su obra no hay unidad; más bien reina el caos, el azar y una multitud de voces desconocidas y sorprendentes que nos empujan a adentrarnos en un espacio de locura y delirio compartidos. Malacara es muestra o ejemplo vivo de esta aventura literaria.» Guillermo Fadanelli
«Durante muchos años, la abyección ha sido su tema más socorrido, la provocación su principal motor y el underground su ambiente privilegiado. No me refiero únicamente a sus relatos y novelas, sino también a esa personalidad que lo ha convertido en una figura emblemática de la Ciudad de México contemporánea.» Guadalupe Nettel
“Una endiablada habilidad para cincelar un universo corrosivo y lacerante.” Ricardo Baixeras