Si somos seres rodeados de otros seres debemos aceptar que tarde o temprano, en un momento de descuido, nos veremos empujados a ser generosos. Yo he sido generoso con los perros, las golondrinas, las mujeres, los repartidores de pizza, los empleados de mi padre, ¿por qué no serlo con la humanidad? Una ciudad te invita a llevar las cosas a tales extremos. ¿Pero qué cosa extraña es esto que llamamos ciudad?