¿Qué fue primero: el dólar o el deseo? Según las fábulas tradicionales, la ambición desmedida tiene un alto precio; de acuerdo a la experiencia tiene también un alto rendimiento. Forajidos crediticios, mercachifles robotizados, chantajistas creativos, chicas cuyo atractivo está en el precio, playboys cuya demanda está en la oferta, pacifistas enardecidos, dictadores beatleanos, desarman sistemáticamente nuestra incredulidad con un sentido del sarcasmo que al propio tiempo duele y gratifica.