Las atracciones no son innatas al mundo, sino que reflejan los valores proyectados y las expectativas de obtener satisfacción en las recompensas del ego. En realidad, la alegría surge de dentro y no depende de lo externo. El placer está asociado con lo que se valora y estima. Buena parte del valor proyectado surge de la imaginación, y los valores reflejan los deseos. Lo cierto es que nada es más valioso que cualquier otra cosa, aparte de la realización espiritual.