LOS NOMBRES
Adictos a la filosofía, a la que sacrifican toda otra actividad y placer, los tynomye37 de la isla Imyä creen que cada hombre o mujer del mundo tiene muchos nombres. A esta noción la llaman el Sistema de las Cosas, y la explican de esta forma:
Al nacer, cada uno tiene sólo el nombre de su alma, que nunca es igual al de otra.
Al ser dado a sus padres, adquiere el nombre que ellos le otorgan.
Al crecer y elegir su camino, es llamado como su camino, y caminos ya hay pocos.
Al descubrir el placer de la carne, su amante le da nombre, y esos nombres son aún menos.
Al engendrar, ya sólo puede ser padre o madre.
Los tynomye registran sus nombres en grandes libros, y los leen y los estudian; al hacerlo aprenden, según dicen, la historia de todo y todos: lo que hay de distinto en los iguales, lo que hay de igual en los más diferentes.
Sólo han fracasado en la búsqueda del Nombre Final, que se revela en el momento de la muerte y es uno para todas las criaturas y todas las cosas. Y en clasificar los Nombres Raros, que algunos se otorgan a sí mismos sin causa ni consecuencia aparente, para sorpresa del mundo ordenado.