Campos de amapola antes de esto

Los hombres y mujeres (aunque hombres) que trabajan en los cárteles de la droga y obedecen las extrañas e intempestivas leyes del crimen organizado viven menos tiempo o tienen menos margen de libertad.

engañada, robada, violada y decapitada (descanse en paz). Sus dos hijos habían fallecido al ser arrojados desde un puente de 150 metros de altura en Venezuela. Lanzados como piedras. Contra piedras.

Guadalupe Lejía de Palma: engañada, robada, violada y decapitada (descanse en paz). Sus dos hijos habían fallecido al ser arrojados desde un puente de 150 metros de altura en Venezuela. Lanzados como piedras. Contra piedras. Por eso fue que buscamos el modo

A pesar de que el cardenal Pironio, a quien el propio papa Juan Pablo II mandó a Guadalajara para oficiar el entierro de su colega, dijera con contundencia: Queremos saber quiénes y por qué privaron de la vida a nuestro hermano Juan Jesús Posadas. Y a pesar de que Ramón Arellano Félix, capo del Cártel de Tijuana, tuviera finalmente audiencia con el nuncio del Vaticano Girolamo Prigione y le jurara por lo más sagrado no estar involucrado en la muerte del cardenal, lo hizo por su madre, Doña Alicia, que había decidido retirarles la palabra hasta que aclararan sus asuntos ante la Iglesia.
Así es: uno de los capos del Cártel de Tijuana
pidió audiencia
con el embajador del Vaticano en México
porque su mamá estaba muy muy enojada.

Sin saber reconocer en aquella palabra inmensa y claustrofóbica a un gusano agonizante

los narcos son héroes, seres extraordinarios, flores únicas y adoradas. Luchadores contra la injusticia de la pésima repartición de la riqueza nacional, los abusos del gobierno. Son los que sí la hicieron

Y en algunos lugares de México o en algunas casas de México, en algunas mentes, en algunos recuerdos, en algunos prejuicios que repetimos todos sin haberlos pensado, existe el mito de que

Eso nos pareció: que antes que cualquier otra cosa, el Güero era un hombre triste que había visto morir a su familia y se sentía de algún modo enterrado con ellos. Tal y como nos sucede a nosotros cuando perdemos a nuestros seres queridos. Cuando nos los arrebatan brutalmente. Y que por eso era necesario, casi desesperado, aprender a deducir qué pensaba, qué sentía, quién era.

La guerra cobarde y egoísta que a veces parece una cortina de agua, de humo, de llanto. De tierra arenosa y arisca. De rocas

Aunque haya miles: nadie es uno más.

Así que pregúntese (preguntémonos):

¿Qué sucedería si este tiempo que estamos viviendo lo contara Andrés a sus trece años? ¿O usted? ¿O cualquiera de nosotros? ¿Si éste fuera el relato de alguien que no consigue entender, entenderse (entendernos)? ¿Si en verdad yo fuese capaz de transmitir nuestro dolor, nuestro miedo?

¿Cómo sería entonces este texto?