Mía es una niña que vive encerrada en su cuarto, dedicada a sus pensamientos y a unas curiosas aficiones: juega con gusanos, ángeles imaginarios y un gato que le trae dedos de dudosa procedencia. Si hasta aquí todo te parece normal, te gustará saber que Mía en realidad está muerta, decapitada, que habla con su madre también muerta (quien regresa a verla a veces desde el río donde yace su cadáver), que delira con un manco de plástico y que tiene atormentado a su padre, el único vivo de la familia, quien trata de rehacer su vida en otras salas de la casa.
Elena Román nos brinda un relato perverso donde mezcla humor negro, poesía, desasosiego y ternura en esta pequeña joya literaria que ya se ha convertido en uno de nuestros títulos imprescindibles.