Treinta y tres monstruos es la primera novela rusa que narra abiertamente un amor lésbico. La acción comienza poco antes de Navidad -lo que supone un desafío de la autora ya desde el principio: un amor pecaminoso en los días más sagrados del año; si bien también un escenario perfecto para el comienzo de la novela, lleno de magia y fantasía-, y termina pasado abril, concluida la Semana Santa. En medio de esas dos fechas religiosas tan significativas, Lidia Zinóvieva-Annibal deja impresas en las páginas de este libro las huellas de su amor con la escritora Margarita Sabashnikova, toda una glorificación de la belleza como objetivo primordial en la vida.
A pesar de ser una obra relativamente breve, Lidia Zinóvieva-Annibal ha sido reconocida por ella como una piedra angular en la literatura rusa, en la Edad de Plata, además de ser considerada la primera escritora rusa abiertamente feminista, capaz de aunar las exigencias del simbolismo ruso con una visión personal y poética en absoluto despegada de la realidad.
La edición se completa con la traducción del prólogo escrito por su marido, Viacheslav Ivánov, en 1907, para la edición póstuma de la novela, y con una recopilación de relatos no publicados de la autora y otros aparecidos en revistas y periódicos bajo el título de ¡No! once años después de la muerte de Zinóvieva.