Para amarte, honrarte… y desobedecerte
Ana no se podía creer su buena suerte cuando el irresistiblemente sexy Sebastian Rentoul le propuso matrimonio. Él no la hacía sentir como una larguirucha desgarbada y torpe, sino como una supermodelo despampanante y deseable. Hasta que se dio cuenta de que ser su mujer no significaba tener su amor.
Ana pidió el divorcio y siguió con su vida. Pero Seb, fascinado más que nunca por su reticente mujer, decidió asegurarse de que ella entendiera cuánto placer se estaba perdiendo.