Eduardo Antonio Parra sabe bien que hay ciertos momentos en que todos los dolores de una vida, toda su posibilidad de amor y de perdón, la cadena larga de ilusiones fracasadas y de sueños recientes, muestran la cifra de su verdad, se revelan completos. Sabe cómo elegir estos momentos; cómo colocar personajes en las encrucijadas fundamentales, donde cambian para siempre los rumbos de las vidas, en donde se encuentran de manera inolvidable con sus lectores. Todo lo que toca su pluma está fieramente completo, es carne: en estas parábolas siempre se recupera la humanidad {in extremis}.