Las convulsiones de los años sesenta en el siglo XX parecen
ser una constante, la ebullición social que pudiera haber
alcanzado algún tipo de clímax durante la década anterior,
no llegó a representarse luego de la efervescencia sindical
de los maestros, ferrocarrileros o telegrafistas entre otros,
ya que sus demandas y grado de indignación no lograron
permear dentro de la simpatía popular.
Los informes de la extinta Dirección
Federal de Seguridad registran movimientos, declaraciones,
fechas, guiños, consignas, mensajes, nombres, perfiles, convocatorias,
poco escapa a su inspección: olores, pensamientos,
gustos, anhelos, ideas, no hay suspiro que no pretendan
atrapar. Por su parte, los volantes del calendario de 1964
convertidos en la expresión de la rebeldía, desean ofrecer la versión, la interpretación, las pasiones que han pretendido
ser arrebatadas a través de la represión.