La guerra ha dejado las tierras escocesas arrasadas. Después de la última rebelión contra el gobierno inglés a favor de la restauración de quien consideran el legítimo rey, los escoceses, diezmados en la batalla, han quedado sin Norte.
La guerra, también, impone miserias más íntimas. Por ejemplo, los jardines de una antigua propiedad pueden haber quedado en ruinas, a la espera de que alguien logre curar las heridas que reflejan. Por ejemplo, también, Inglaterra es capaz de imponerle un plazo a las herederas de los líderes escoceses rebeldes, a las hijas de los clanes, para que se casen o, si no lo hacen, perderán todas las propiedades de la familia.
De eso, de un casamiento no deseado con Fergus Anderson, acuciada por el plazo perentorio, viene huyendo Mairi Drummond, cuando, tras un cruel percance, es rescatada por James Saint Claude, un misterioso fugitivo de origen oscuro. Sin lugar a donde ir, sin otra cosa que hacer, Saint Claude acepta quedarse en Drummond Castle a restaurar los jardines mientras se oculta de la justicia.
Allí, en medio de la labor cotidiana, conocerá mejor a Mairi y hasta se atreverá a declamar que están prometidos para que ella no tenga que ceder a la ignominia de desposarse con Fergus, que tan solo la ve como un botín, que solo la quiere como una forma de acceder a sus tierras.
¿Es capaz Mairi de aceptar la farsa, de aceptar la lealtad y el afecto del hombre que con tanto esmero trabaja para devolverle a sus preciados jardines el antiguo esplendor, de ese hombre capaz de batirse a duelo solo para resguardarla? Con esta pregunta como disparador, Mills Bellenden ha escrito su obra más intimista en la que no faltan la guerra, los contrabandistas, las injurias, pero también están el amor y el deseo como aquello que puede devolverle la vida a lo que ya se creía marchito.