Todos hemos sentido alguna vez el caos en nuestro interior. A todos nos ha atrapado la negra red de la noche inmensa. Todos hemos pasado por momentos difíciles y hemos visitado las tinieblas. Hemos experimentado cómo toda nuestra vida era engullida por un torbellino incontrolable. En esos momentos no existe la luz, no vemos la salida, todo es opaco. Nos sentimos torpes, indefensos, impotentes: de alguna manera, estamos experimentando el caos primigenio. Sin poder evitarlo, el desorden se ha instalado en nuestra vida y, de pronto, se hace de noche.