¡Quién sabe, no obstante, si en la balanza divina una lágrima pesará más que un Imperio! El mundo no es otra cosa que el símbolo de una realidad más alta. Una palabra vertida por un pobre carpintero en Nazareth ha estremecido á la Creación. Caballos, batallas, cañones, son nada; los Imperios, sombras; las estrellas, apariencias; la gloria, un sueño. Pero la palabra de un hombre bueno queda para la eternidad.