estuve segura, de que sería la que sería.
Y más tarde, cuando mi mamá fue a darme el beso de las buenas noches le pregunté:
—¿Crees que mañana por la mañana ya seré la que seré?
Mi mamá no sabía de qué le hablaba, pero no he olvidado lo que respondió sonriendo, con sus ojos dulces:
—Claro que sí, Mari, cada mañana irás siendo la que serás.