Nueva ilustración radical

es un combate del pensamiento contra los saberes establecidos y sus autoridades, un combate del pensamiento en el que se confía una convicción: que pensando podemos hacernos mejores y que solo merece ser pensado aquello que, de una forma u otra, contribuye a ello.

lo que necesitamos es elaborar el sentido de la temporalidad: más que promesas y horizontes utópicos, relaciones significativas entre lo vivido y lo vivible, entre lo que ha pasado, lo que se ha perdido y lo que está por hacer.

Esta es la que viene después del después y que se caracteriza por la imposibilidad de intervenir con eficacia sobre las condiciones del tiempo vivible (del tiempo humano, que es el tiempo de la historia). Lo que queda, entonces, ya no es un tiempo que suma sino un tiempo que resta, un tiempo que no abre sino que cierra posibilidades y formas de vida

Hoy, la prosperidad, ya insostenible, es nuestra amenaza.

. Por otro lado, sin embargo, el liberalismo tradujo este progreso moral en términos de dinamismo en el crecimiento económico y en la promoción social de los individuos.

Estas son aún visiones idealistas, propias de una burguesía que podía separar con qué alimentaba el estómago de con qué alimentaba el espíritu. Actualmente, el precariado de la cultura, de las humanidades y de la academia no puede ni quiere separarlo. Aún menos los millones de vidas que están tocando ya hoy los límites de lo invivible.

Podernos preguntar por nuestra dignidad de manera abierta y no predeterminada era lo que para el humanista Pico della Mirandola en su Discurso sobre la dignidad del hombre nos hacía humanos.

En este desafío se abren muchos interrogantes y no son los mismos para todos. Desde el punto de vista del capital, la pregunta es selectiva: ¿quién estará en condiciones de subirse a la ola de esta cuarta revolución? ¿Qué países, qué instituciones, qué empresas y qué personas, individualmente seleccionadas según sus talentos? ¿Y cuáles quedarán excluidos y reducidos a fuerza bruta o a excedente humano?

aquellos que no caen desde arriba sino que se construyen por relaciones de lateralidad, de horizontalidad

Se trata más bien de ocupar un lugar receptivo y de escucha, incluyendo no solo la alteridad cultural sino también la tensión y el antagonismo entre formas de vida, dentro y fuera de Europa