Tang hablaba de cosas absolutamente triviales pero jugosas, por ejemplo: no comprar copas ridículas, desconfiar de cualquier no-francés que se haga llamar André, tener una relación sana con el bronceado, encajar bien una broma, escribir notas de agradecimiento donde no aparezca la palabra gracias, distinguir lo informal de lo cómodo, o cómo ser firme con el respeto ajeno e irreverente con el propio.