Atrévete a preguntarle a tu estómago que clase de comida quiere, y así con cada uno de los órganos que componen tu sistema digestivo (intestinos, ano, recto, páncreas, vesícula, hígado, boca, estómago, faringe, glándula salivar, esófago, lengua, dientes, encías). Si al consultar al estómago por ejemplo no tienes una respuesta clara, consulta a otro órgano, pero siempre confía más en los órganos de tu cuerpo que en tu mente. Cualquiera de ellos te dirán con más precisión lo que realmente tu necesitas.