Es una lectura que mantiene en vilo. Eso es demasiado por tratarse de su libro de historia (o microhistoria). El asunto es muy específico: narra la vida en San José de Gracia en Michoacán. Pero de inmediato nos damos cuenta que estamos ante una lectura con muchos ecos.
Atrapa el estilo narrativo, a la manera de un Balzac mexicano en el siglo XX. Mantiene un fino sentido del humor donde nadie se salva del sarcasmo ni pobres ni ricos, ni jóvenes ni viejos, ni políticos ni sacerdotes. Es un libro de memorias donde acaso la perspectiva marxista lo deja a ratos mal parado. El mundo no es como parece ser y depende de la perspectiva con la que se vea.