—En el año 1789 se produjo algo más que una revolución. Aquel fue el nacimiento de la misma libertad. Libertad, igualdad y fraternidad son los más nobles ideales que alguien pueda tener. Como el Antiguo Régimen se oponía a ellos, la Revolución los decapitó. Era imprescindible. Pero hubo más. La Revolución nos liberó de la prisión en que nos había encerrado la Iglesia. El poder de los sacerdotes se vino abajo. El pueblo adquirió el derecho de renegar de Dios, de dejar de acatar la superstición, de regirse por la razón. Ese fue un gran paso para la humanidad.