Algo similar pasó en el siglo XIX con los héroes rusos que se pasaban el día en la cama de donde no se podían levantar, suspirando de aburrimiento y entablando duelos entre ellos en nombre de Dios para entretenerse. Tolstói, Dovstoyeski, Turguénev, Chéjov… cristalizaron la imagen del buscador en su época. Actualmente, la imagen del buscador tiene un estereotipo forjado por el consumismo, cada vez más lejos del verdadero y esforzado cultivador del mundo interno