El pacto que me permite leer que Gregorio Samsa se despertó una mañana transformado en un escarabajo no es un pacto entre el lector y el texto, sino un pacto entre el lector y su entorno social y cultural. Un pacto no propiamente extraliterario sino supraliterario, que bien podríamos identificar como lo que reconocemos tradicionalmente por cultura, entre cuyos contenidos, firmados por el lector durante su proceso de socialización, se cuenta la convención de que en las fábulas las alfombras vuelen o los animales hablen.