Los cuentos maravillosos, pues, están confeccionados del mismo material que los sueños: los componen símbolos, que apelan al ser humano a un nivel inconsciente, o preconsciente; y que están al alcance de todos, más allá de lenguas, culturas o edades; y que trascienden también las distintas etapas de la historia. Es precisamente esta universalidad lo que nos fascina, lo que nos deja perplejos y nos hace preguntarnos sobre el origen último de tales semejanzas.