A lo largo de sus diecisiete años de vida, Silvie ha aprendido de su padre, aficionado a la historia de la Edad de Hierro, cómo vivían los antiguos britanos y también cómo morían algunos de ellos: víctimas de ofrendas rituales a manos de su propia tribu. La familia de Silvie participa en una «experiencia» organizada por un profesor de arqueología para sus estudiantes: recrear, en una acampada en el norte de Inglaterra, la vida de los britanos, adoptar sus costumbres y adaptarse a sus condiciones de vida. A medida que pasan los días, Silvie se da cuenta de que el afán de su padre por imitar con la mayor fidelidad el pasado pone en peligro el delicado equilibrio de la convivencia del grupo, y se pregunta con pavor qué estará dispuesto a sacrificar en nombre de la pureza cultural.