Pero quien conoce los prodigios de que es capaz el logos, la palabra creadora, ese movimiento mágico de los labios en el vacío, que ha erigido y destruido incontables mundos, no se asombrará de que también en el arte médico, como en todas las demás esferas, innumerables veces se produzcan verdaderos milagros con la sola palabra, de que una simple palabra de aliento o una mirada, esos mensajes de una personalidad a otra, restablezca a veces la salud a órganos completamente quebrantados sólo a través del espíritu.