tierra, y debajo del mar, incluso al hombre. Formó al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz aliento de vida, convirtiéndolo en un ser viviente. Por tanto, ya que fui hecho por Dios, mi vida le pertenece a El, no a mí.
¡Es natural y lógico desde todo punto de vista que el Creador sea dueño de todo lo que ha creado! Pero no sólo eso, sino que al rebelarse el hombre contra Dios y caer, El lo redimió enviando a su Hijo unigénito, Jesús, cuyo cuerpo fue molido y su sangre derramada para redimir al hombre