'Jesús y John Wayne' es una amplia historia revisionista de los últimos setenta y cinco años del evangelismo blanco que revela cómo los evangélicos han trabajado para sustituir al Jesús de los Evangelios por un ídolo de la masculinidad ruda y el nacionalismo cristiano, o en palabras de un capellán moderno, por “un malote espiritual”.
Como explica la aclamada académica Kristin Du Mez, la clave para entender esta transformación es reconocer la centralidad de la cultura popular en el evangelismo estadounidense contemporáneo. Muchos de los evangélicos de hoy pueden no ser teológicamente astutos, pero conocen sus VeggieTales (dibujos animados cristianos), han leído 'Wild at Heart' de John Eldredge, aprendieron sobre la pureza antes de aprender sobre el sexo y tienen un anillo de plata para demostrarlo. Los libros, las películas, la música, la ropa y los productos evangélicos conforman las creencias de millones de personas. Y la cultura evangélica está repleta de héroes musculosos: guerreros míticos y soldados rudos, hombres como Oliver North, Ronald Reagan, Mel Gibson y el clan Duck Dynasty, que afirman el poder masculino blanco en defensa de la «América cristiana». La principal de estas leyendas evangélicas es John Wayne, un icono de una época perdida en la que los hombres no se acobardaban por la corrección política, no temían decir las cosas como eran y hacían lo que había que hacer.
Desafiando la suposición comúnmente sostenida de que la «mayoría moral» apoyó a Donald Trump en 2016 y 2020 por razones puramente pragmáticas, Du Mez revela que Trump, de hecho, representó el cumplimiento, en lugar de la traición, de los valores más profundamente arraigados de los evangélicos blancos: el patriarcado, el gobierno autoritario, la política exterior agresiva, el miedo al Islam, la ambivalencia hacia el #MeToo y la oposición a Black Lives Matter y la comunidad LGBTQ. Una reexaminación muy necesaria de la subcultura más influyente de este país, Jesús y John Wayne muestra que, lejos de adherirse a los principios bíblicos, los evangélicos blancos modernos han rehecho su fe con consecuencias duraderas para todos los estadounidenses.