Este libro me hizo consciente de esa prisa sin sentido, de la culpa del tiempo de ocio, de ese espiral de autodestrucción. Lo recomiendo ampliamente.
Expresa muy bien la filosofía de la cuál parte sus premisas, así como el existencialismo basado ya en aras del post-estructuralismo. Asemeja las crisis de una manera existencialista, lo cuál es una cuestión metafísica valiente, pero no honorable. Más allá del control panóptico hay una esencia política unipolar del mundo contencioso que basa sus proyectos a costas de los demás. La expulsión de lo distinto es un buen ensayo metafísico pero no tan filosófico como debería de ser, con sus “tormentas de mierda”.