A LOS VEINTICINCO AÑOS DE SU EXISTENCIA
(1925)
Va de ordinario a la taberna
donde se habían conocido el mes pasado.
Ha preguntado; pero nada supieron decirle.
Por sus palabras ha comprendido que a quien conoció
fue un individuo absolutamente desconocido;
uno de esos frecuentes personajes,
equívocos y oscuros, que por allí pasaban.
Va, sin embargo, de ordinario a la taberna de noche,
se sienta y queda mirando hacia la entrada;
hasta el agotamiento sigue mirando hacia la entrada.
Quizá entre. Quizá vuelva esta noche.
Cerca de tres semanas lleva haciendo lo mismo.
Su mente ha enfermado de lujuria.
Quedaron los besos en su boca.
Sufre de continuo deseo toda su carne.
Siente sobre sí el tacto de aquel cuerpo.
La unión con el ansia de nuevo.
Procura, claro está, no traicionarse.
Mas a veces queda casi indiferente.—
Sabe, además, a qué se expone,
tomó su decisión. No es improbable que esta vida suya
lo lleve a un escándalo funesto.