El diablo llegó a América protegido por el imaginario colectivo y el mito tradicional, pero los autores del discurso contra la magia y los propios colonizadores afirmaron que siempre había estado allí, fungiendo como señor de los naturales, proclamándose dios entre las supersticiones y las idolatrías. Así que fue necesario gestionar en la continuidad de los discursos que alertaban, aleccionaban y protegían contra un enemigo capaz de disfrazarse y adoptar formas rituales autóctonas; comenzó entonces una nueva etapa en la redacción de textos asimilados a la tradición del discurso demonológico. La atención se centró en la idolatría; el enfoque remozó su prejuicio diferenciador, y el formato recurrió al tratado, al informe, y la literatura. En el presente libro se analizan algunas muestras representativas de este proceso cultural acaecido en la época novohispana, pero detectable aún bajo las bases de nuestra idiosincrasia, a la luz de la teoría que Occidente había legado para comprender la presencia del mal y sus representantes en el mundo.