El fútbol hunde sus raíces en el sentimiento de pertenencia a un lugar y a una comunidad, y en su momento fue parte importante de la cultura obrera: era un deporte de equipo, de asociación, donde el conjunto está siempre por encima de las individualidades por importantes que éstas puedan ser. Los jugadores vienen y van, mientras que los aficionados son el archivo, la memoria del equipo, quienes lo anclan en la historia. Son parte activa del fútbol como experiencia y colección de momentos. Aunando pasión y rigor, análisis y devoción Critchley se acerca a este fenómeno planetario desde perspectivas de clase, de género, también de estética, y nos ofrece un libro que es tanto un inspirado e inspirador ensayo, como un sentido homenaje al fútbol.