En Genes desde el mismo sitio, José Manuel González Hernández se detiene un momento y retrocede para sumergir la mirada en las aguas del recuerdo. Se trata de un enfrentamiento con las ausencias: un diálogo con la infancia ingenua, limpia, para la que el exterior adulto permanece vedado; y con el amor filial, que se mira con nostalgia y cierta melancolía y que, después de todo, es raíz del presente.
Mediante versos largos y continuos, y figuras que apelan a lo cotidiano —que se vuelve en ocasiones sórdido—, en esta antología poética se reúnen también temas como el caos de la urbe, el desamor y la inconformidad que provoca la mansedumbre ante la injusticia; todo ello en relación con el hombre que deviene también gracias al pasado.