Hay cosas en blanco en una vida, pero a veces hay eso que se llama un estribillo. Durante temporadas más o menos largas no lo oímos y podría creerse que se nos ha olvidado ese estribillo. Y luego, un día, regresa de improviso cuando estamos solos y nada de lo que tenemos alrededor puede distraernos. Vuelve, como la letra de una canción infantil que sigue ejerciendo su magnetismo.