mujeres y puso el mundo patas arriba.
La perversidad aparece claramente cuando recordamos cuán vital y complejo es en realidad el trabajo de producir personas. Esta actividad no solo crea y sustenta la vida en el sentido biológico, sino que crea y sustenta también nuestra capacidad de trabajar, o lo que Marx llamó nuestra «fuerza de trabajo». Y eso significa moldear a los individuos de acuerdo con «buenas» actitudes, disposiciones y valores; con aptitudes, competencias y habilidades