Los personajes que habitan los cuentos de Aldo Rosales Velázquez presentan una familiaridad irrebatible con el lector: cada historia, por demás convencional, es una que bien podría sucederle a cualquiera.
En los relatos que conforman Especies carismáticas, en los que la presencia de los animales es fundamental —desde aquellos que nos acompañan de manera cotidiana hasta los menos comunes, incluso «incómodos»—, es evidente una gran habilidad para evocar emociones complejas y contradictorias, como la nostalgia y la ternura, además de un innegable dominio de la sorpresa, los finales abiertos y la potencia visual para describir acciones, lugares e incluso pensamientos. Una prosa limpia que no se repite, de metáforas, comparaciones y símiles precisos hacen posible que cada texto, de cualidades interpretativas infinitas, se renueve y multiplique en significados tras cada nueva lectura.