preguntaron a asesinos seriales qué habían sentido la primera vez, si había sido escalofriante matar. No tanto, la verdad, respondieron. Se ve en las cámaras de seguridad de los restaurantes donde van los asesinos a almorzar justo antes de arrojarse a las vías, o justo después de haber matado a un niño y envolverlo debajo de la cama de un hotel.