Me dejaste injustamente: «Sonrió a lo valiente. No, no era una chica valiente. Pero muchas veces se había encontrado en peligro y supo siempre salir indemne de él.
Dio un paso al f rente y asió fuertemente la maleta. Con ella en la mano atravesó el pasillo del tren. Dos o tres pasajeros se perdían en la negrura de la noche.
“Desde este momento —pensó ardientemente—, iniciaré una nueva vida. Nada dejo tras de mí, ni nada veo delante. Piso firme hoy, y jamás daré un paso atrás. Adelante, pues.”»