¡Abre la puerta, y escucha!
Sólo el rugido apagado del viento,
Y el resplandor de jirones en torno a la luna.
Y, en la imaginación, los pasos de unos pies evanescentes
Allá, en la noche de los muertos.
¡Chíst! Escucha
El llanto doliente del viento en las tinieblas.
Escucha, sin suspirar siquiera,
Los pies pisan los evos perdidos
El ruido que trae tu muerte.
¡Calla y escucha! ¡Calla y escucha!.
Los pies de los muertos.