En 1970, Borges, siguiendo y trastornando las huellas de Swift, recupera estas preguntas y se las sugiere a los lectores de “El informe de Brodie”. Debo reconocer que no parecen preguntas muy borgeanas. Y, por cierto, no es filosofía política lo que se aprende leyendo a Borges, pero en algunos de sus textos está la forma literaria de un problema, cuando una situación narrativa se construye alrededor de hipótesis que describen un orden radicalmente diferente.