Canadá

el aire de una tienda

llegas a ser bueno

cada uno por su lado

nadie sabía siquiera

gente callada del Oeste.

no te lleva a ninguna parte.

A causa de las elecciones desastrosas de nuestros padres, creo que soy a un tiempo –y en igual medida– desconfiado con la vida normal y ávido de ella.

Para mí, es esa aproximación progresiva al punto de no retorno lo que resulta fascinante: a lo largo de todo el trayecto charlan, se hacen confidencias, se dirigen apelativos cariñosos, pues su vida seguía oficialmente intacta. No eran delincuentes. Cuán asombrosamente lejos llega la normalidad; cómo puede uno seguir teniéndola a la vista como si estuviera en una balsa que va alejándose en el mar mientras la tierra se hace más y más pequeña.

Mi conjetura –cincuenta años después– es que con aquel sentimiento nuevo de libertad y liberación, inopinadamente hallado mientras Bev vagaba por las tierras baldías de Dakota tratando de elegir un banco que atracar, Neeva llegó a la conclusión por completo equivocada de que atracar un banco era un riesgo que podría facilitar la obtención de las cosas que deseaba.

Tenía el presentimiento de que ahora en nuestra vida había algo que nunca había habido antes.