ser humano no puede ser «amoral», dada la necesidad de elegir a la que está sometido. Podrá elegir bien o mal, pero lo que no puede hacer es esquivar la elección. Las faltas de omisión son faltas, decisiones que dejan de tomarse por desidia o por abandono. Al actuar así, la persona se inhibe de su capacidad de decidir y elegir, de algún modo se inhibe de pensar. Pensar es el único remedio contra los prejuicios, los dogmas, las doctrinas no examinadas, los ídolos no reconocidos, ya que «el pensar es igualmente peligroso para todas las creencias y, por sí mismo, no pone en marcha ninguna nueva».5