Un día comentó, sin levantar la cabeza, “Más adelante, sin duda conocerá usted al señor Kurtz”[32]. Al preguntar yo quién era el señor Kurtz, él contestó que se trataba de un agente de primer orden, y al ver mi decepción ante semejante información añadió lentamente, posando la pluma sobre la mesa, “Es un ser bastante extraordinario”