conciencia, la atención, el darse cuenta, lo cual significa que tienes que estar siempre despierto y atento a lo que te está pasando, a lo que estás viviendo, a tu propia experiencia, a tu cuerpo, a tu corazón, a tus emociones, a tu alma, a tus deseos, a tus temores, a tus anhelos... Es decir, a tu movimiento interior. Sólo así reconocerás en todo momento y con claridad quién eres y qué te pasa, y podrás decidir qué hacer con ello y cómo vivirlo o expresarlo.