A la vez brutal y religiosa, simbolista y romántica, poética y realista, La Anunciación a María es probablemente la obra más emblemática y popular de su autor. Claudel trabajó sobre ella durante más de veinte años, despojándola de toda retórica y convirtiéndola en una pieza fraguada lenta y detalladamente, en la que todo signo reenvía más allá de la palabra misma.
Violaine, la chica hermosa y feliz, Pierre de Craon, el genio constructor y doliente, Anne Vercors, el padre sabio y lejano estos y otros personajes se graban en la memoria del lector en una obra llena de fuerza y poesía. Un drama “a la vez humano y sobrehumano” que, en palabras del autor, es «representación de todas las pasiones humanas integradas en el plano católico”.
«En un tiempo acostumbrado a amores con raíces mucho menos profundas, esta obra es fundamentalmente la invitación a un camino cuya extensión temporal no puede ser menos que la de toda la vida» (del prólogo de Alicia Saliva).