Este escrito muestra, de la mano de Wittgenstein, la importancia del concepto de expresión, dándole consistencia desde diferentes momentos de la filosofía.
El uso de un concepto artístico en campos filosóficos es más un experimento que un riguroso estudio de cómo es que el autor dice algo sin temor equivocarse, pretensión que desde el mismo contexto wittgensteiniano pierde toda validez, pues no se puede conocer algo ni interpretarlo, sino que por reglas establecidas se indican caminos por dónde tomar y hasta dónde hay que llegar.