El físico y sociólogo Marco d’Eramo, en El selfie del mundo, cree que nuestra época se puede definir como «la edad del turismo», al tratarse de la industria más pesada del capitalismo tardío. Ello nos muestra hasta qué punto, afirma D’Eramo, «es absurda la contraposición entre lo moderno y lo posmoderno porque, en cuanto superfluo, el turismo pertenece por derecho propio a lo posmoderno, pero su materialidad de acero, coches, aviones, barcos, cementeras, lo sitúa de lleno en la pesadez industrial de lo moderno».7