Lo radical es, pues, pensar que las limitaciones ecológicas nos llevarán a otro tipo de descanso que pasa inevitablemente por movernos menos. Si no queremos que nos hagan la utopía de la multinacional (ni la utopía turística, que es exactamente la misma), tenemos que empezar a pensar cómo trabajamos menos para estar menos cansados y qué otras cosas podemos hacer cuando no estamos trabajando. Construir, en definitiva, alternativas a un consumo desesperado, de evasión.